Con la vista clavada en el río, sentado en ese techo de paja, la pensaba. En ese lugar que mas adelante los vería contentos de nuevo. En realidad siempre lo hacía; imaginarla.
Sonó su teléfono, ya era tarde, pero ese no era un problema realmente.
Creer que al principio el momento fue incómodo es poco. Había mucho para decir.
Hablaron bastante, aunque ya había amanecido.
De tanto en tanto a uno le toca protagonizar situaciones que sabe que por nada en la vida las olvidará. Están profundamente guardadas en ese pequeño espacio en la memoria destinado a los más bellos recuerdos.
Sus labios temblaron, los de ella también.
¿Que habían estado esperando?
- Me siento en casa- le dijo.
Él la abrazo mas fuerte.
Todavía muchas cosas lo devuelven a ese día. Mientras tanto, él la sigue imaginando.
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